Archivo Español de Arte 97 (387)
ISSN-L: 0004-0428, eISSN: 1988-8511
https://doi.org/10.3989/aearte.2024.1480

Rebecca Louise Collins (Salisbury, 1982-Madrid, 2024)

 
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Rebecca L. Collins (cortesía de la University of Edinburgh )

El 10 de noviembre de 2022 Rebecca Louise Collins era invitada a impartir una conferencia en la Residencia de Estudiantes con motivo del ciclo dedicado a los enigmas de la física fundamental. Su intervención, titulada “Arte y ciencia: investigación artística y arte sonoro”, me resultaba enormemente atractiva en un momento en el que me disponía a retomar mis investigaciones iniciadas hacía años sobre performance y arte sonoro. Varias razones impidieron que asistiera presencialmente, pero pude seguir sus palabras a través de la retransmisión en directo de la Residencia. Rebecca era entonces, además de profesora titular en Teoría del Arte Contemporáneo en el College of Arts, Humanities and Social Sciences de la University of Edinburgh, investigadora artística residente en el Instituto de Física Teórica (UAM-CSIC) donde desarrollaba el proyecto “P4UU – Parameters for Understanding Uncertainty”. Su intervención fue tan estimulante como original y lamenté no haber podido saludarla en persona. Sin embargo, no imaginé en aquel momento que llegaría a disfrutar, aunque fuera brevemente, de su brillantez científica y generosidad como compañera en nuestro Departamento de Historia del Arte y Patrimonio del CSIC. En septiembre de 2023, se hizo pública la lista de beneficiarios de los prestigiosos contratos Ramón y Cajal de ese año y ella aparecía en los primeros puestos como una de las candidatas seleccionadas. Rápidamente supe que su investigación constituía una oportunidad única para extender y enriquecer las líneas desarrolladas tanto en nuestro departamento como en el Grupo de Investigación en Historia del Arte y Cultura Visual. Un primer correo electrónico expresando nuestras felicitaciones abrió un diálogo que propició su incorporación al Instituto de Historia (IH) del CSIC en mayo de 2024 y, en consecuencia, a los mencionados departamento y grupo. Desde el comienzo —incluso desde antes, pues en diciembre de 2023 ya formó parte, por ejemplo, de las XXI Jornadas Internacionales de Historia del Arte— se integró estrechamente tanto a nivel profesional, participando en las actividades organizadas, como personal, involucrándose en la vida social del departamento con el afecto y la alegría que la distinguían.

Como investigadora Ramón y Cajal, Rebecca Collins se proponía desarrollar el proyecto “Estudios sobre la incertidumbre” entre 2024 y 2029. Con él pretendía investigar cómo el sonido tecnológico es usado para empujar los límites de lo que conocemos sobre el cuerpo, algo que partía de su proyecto anterior en torno a lo que sabemos del universo, concretamente de la materia oscura. Esta es una forma de materia que no interactúa con irradiaciones electromagnéticas y, en consecuencia, no podemos verla ni medirla, aunque se estima que constituye el 85% de la materia del universo. A pesar de las innumerables investigaciones dedicadas desde la ciencia básica a este asunto, Rebecca se planteó una pregunta fundamental que recuperaba la idea pitagórica sobre la música de las esferas: ¿podemos escuchar la materia oscura? Tanto este proyecto como el de P4UU intentaban aproximarse a posibles estrategias para hacer perceptible esta materia a través de la experiencia sonora. Una de ellas fue el comisariado de la exposición Escuchar la materia oscura, celebrada en la Sala de Exposiciones de la UAM en Cantoblanco en la primavera de 2023. Collins concibió la sala como un elemento de detección gigante, según sus propias palabras. Junto a un reloj que contabilizaba la cantidad de materia oscura que circulaba durante la exposición —creado por David Cerdeño, co-investigador de la exposición e investigador en el IFT (UAM-CSIC)—, se expusieron representaciones gráficas, textos de poesía concreta en las ventanas y piezas sonoras. Una de las obras que formaba parte de la muestra era Energies: not Forms, not Figures, realizada por Rebecca en colaboración con Adam Matschulat, destinada a escuchar lo desconocido dentro de lo cotidiano. Su metodología de trabajo se basaba, por tanto, en un acercamiento interdisciplinar que incluía la investigación en bibliotecas y archivos, pero también la práctica colectiva con artistas y las visitas constantes a laboratorios como el Laboratorio Subterráneo de Canfranc o el del Grupo de Investigación Acústica para la Detección de Astropartículas en la Universidad Politécnica de Valencia.

Sin embargo, una rápida y devastadora enfermedad ha impedido lamentablemente que Rebecca Collins pudiera desarrollar su proyecto “Estudios sobre la incertidumbre”. Con todo, era feliz esos últimos meses, y así se lo había hecho saber a sus seres queridos. Su nuevo puesto de trabajo como Ramón y Cajal en el IH no solo le permitía dedicarse a hacer ciencia como investigadora artística —tal y como ella se definía— sino que le había dado la oportunidad de establecerse en un país que adoraba. Su primera visita a España fue hace muchos años, concretamente a Barcelona, donde vivió algunos meses mientras era estudiante. Con la audacia que le caracterizaba, Rebecca supo sacarle el máximo partido a esta estancia, pues al volver a Reino Unido, su padre la encontró no solamente hablando español, sino que también se defendía en catalán. A ello le siguió la realización del Máster en Prácticas Escénicas y Cultura Visual de la Universidad de Alcalá de Henares, que completaba, junto con su posterior doctorado en la University of Aberystwyth, su formación en literatura, teatro y performance, adquirida en la Queen Mary University of London. El resultado de este largo aprendizaje repercutió en un acercamiento propio a la investigación artística a través del sonido. Aunque el campo artistic research se resiste a una definición cerrada, podemos acordar que se caracteriza por plantear preguntas desde diferentes disciplinas, por dedicarse sobre todo al fenómeno del hacer y por demandar diferentes formas de investigación. En ocasiones sus resultados pueden manifestarse en creaciones artísticas, además de la consabida producción científica. Para Rebecca esta aproximación a la investigación tenía que ver también con cómo pensar a través de la propia experimentación sensorial, intuitiva, imaginativa o corporal. En consonancia con el sonido —el ruido o el (pretendido) silencio, como ya hiciera extensivo John Cage—, la investigación artística para Collins también trataba de ampliar el acto de la escucha más allá de comprender lo que nos dicen, prestando atención a lo que nos pasa por el cuerpo y a la sensación que estos sonidos dejan en él o a cómo lo modifican. Por ello, estas líneas de homenaje y recuerdo no pueden estar escritas también sino desde la sensación corporal del corazón, con un profundo afecto y cariño debido a la huella que su voz, sus palabras y sus composiciones han dejado en nosotros.

Eran muchos los intereses que personalmente compartía con Rebecca, quien tenía además un profundo compromiso feminista. No es casualidad que fuera co-organizadora del Women On Sound Women In Sound (WISWOS), donde, con motivo del 8 de marzo, lanzó una convocatoria para la recepción de piezas sonoras y musicales de compositoras. La iniciativa —como solía ocurrir con las propuestas de Rebecca, que quería siempre alcanzar al público general— tuvo un gran éxito y recibió más de 200 obras para su selección. En este sentido, Rebecca tenía en marcha otros proyectos que indagaban en la presencia de artistas sonoras a finales del siglo XX en Reino Unido, en su recuperación archivística y en la creación de una urgente y necesaria genealogía a este respecto. La sonificación de datos, la medicina, la bioingeniería o el paisaje —como el proyecto “Stolen Voices” realizado con Johanna Linsley, en el que visitaban diferentes puntos geográficos de la costa británica para comprobar qué ocurría al posicionarse allí y escuchar el entorno y para construir relatos críticos sobre cómo se siente el cuerpo en estos lugares a través de la experiencia de la escucha— son otras de las cuestiones presentes en su investigación.

Nos deja su libro póstumo, junto con Linsley, Sonic Detection: Necessary Notes for Arts and Performance (Punctum Books, verano de 2025), que deriva de los proyectos mencionados, al tiempo que nos lega un halo cósmico de curiosidad, de ideas y preguntas frescas que, como en las galaxias, nos rodean y nos envuelven en sensaciones muchas veces indescriptibles. Su ingente producción —a pesar de todos los proyectos que aún tenía— sobre arte sonoro, la práctica de la escucha y el teatro y arte contemporáneos constituye un referente indispensable para quien se acerque a estas cuestiones a las que Rebecca Collins contribuyó ampliamente desde la investigación artística. Por todo ello, echaremos de menos a la Rebecca investigadora, pero sobre todo a la compañera y amiga que iba a ser. No nos dio tiempo. La vida es inesperada. Tendremos que aprender a vivir en constante estado de incertidumbre.