Archivo Español de Arte 97 (387)
ISSN-L: 0004-0428, eISSN: 1988-8511
https://doi.org/10.3989/aearte.2024.1437

Solbes Borja, Clara: El campo artístico valenciano durante el franquismo: una intervención feminista. Valencia: Tirant lo Blanch, 2023, 331 pp., 97 ilus. [978-84-19825-34-6].

 

La historia del arte feminista ha aportado durante los últimos años algunas de las propuestas más innovadoras y estimulantes del panorama español, cuestionando los asentados relatos tradicionales y proponiendo nuevos ángulos y objetos de estudio. En esa línea se inscribe el libro de Clara Solbes Borja, una extensa investigación derivada de su tesis doctoral en la que nos presenta el lugar de las mujeres en el campo artístico valenciano durante la época de la dictadura franquista. Así, la autora se suma a un cada vez más rico repertorio de investigadoras que han dedicado sus esfuerzos no solo a ampliar el catálogo de artistas contemporáneas del que disponemos, sino a proponer intervenciones feministas en las historias del arte, a menudo desde territorios periféricos del Estado.

En este caso, Solbes se centra en el panorama de la Valencia de la dictadura y estructura un acercamiento crítico que le permite abordar la amplitud de su objetivo: aproximarse a las mujeres artistas que estuvieron activas en este periodo y analizar sus formas de navegar el sistema y de comprenderse dentro de él. Un objetivo, como decimos, complicado, puesto que el género no unifica en absoluto las experiencias ni las obras de estas artistas. En ese sentido, el libro acierta en presentar un relato complejo y coral de diferentes voces que, lejos de generalizar la “experiencia femenina”, muestra sus diferentes facetas e incluso sus contradicciones.

Para orquestar esta propuesta de relato, Solbes estructura el libro en dos grandes apartados, el primero dedicado a la educación artística y el segundo a la profesionalización. En la primera parte, y recurriendo a metodologías derivadas de la sociología y de los estudios feministas, la autora recorre las características del sistema educativo del franquismo para intentar dilucidar cómo influyó en la construcción de la identidad como artistas de las estudiantes.

Así, antes de adentrarse en las instituciones oficiales de enseñanza, Solbes nos acerca a otros elementos de la cultura y la estructura social que influyeron en la formación de las subjetividades de sus protagonistas. El cine, la publicidad, la televisión o la música fueron elementos que configuraron los mandatos de género de la época, y la autora les dedica su atención como elementos que enmarcan el relato.

Tras situarnos en el contexto, la autora estudia extensivamente la Escuela de Bellas Artes de San Carlos, alma mater de muchas de las protagonistas del libro. Se recorren los programas de estudio, la diferencia de relación de género con modelos y profesores, así como las dificultades que se derivaron de estas para las estudiantes. Cabe destacar la importancia que se presta a la formación de la subjetividad y la experiencia de las artistas, analizando para ello sus fotografías y archivos personales y enriqueciéndolo con múltiples entrevistas, que permiten ver la importancia de la experiencia de aprendizaje. También se presta, a lo largo de toda la obra, una fundamental atención a las relaciones entre las artistas y con los estudiantes hombres, que aporta interesantes pistas sobre cómo se constituían los campos de acción de unos y otras. Asimismo, es reseñable que el estudio de los espacios formadores no se limita a la Escuela de Bellas Artes, sino que también considera espacios más informales, como academias privadas o diferentes oficios artísticos, que han quedado tan a menudo relegados en la historia canónica del arte.

La segunda parte del libro, la referida a la profesionalización, es sin duda la que propone lecturas más estimulantes. En primer lugar, destacaremos la distribución de sus apartados: al proponer nuevas lecturas de la historia del arte, y contando con una gran cantidad de información inédita como en este caso, puede resultar difícil mantener el equilibrio en el relato. Sin embargo, Solbes lo logra de manera reseñable. Comienza abordando el mito del genio y el modo en que las artistas mujeres se relacionaron con este, o cómo influyó sobre la percepción de sus obras. Aborda así cuestiones que vemos aparecer en estudios similares en otros contextos, como los realizados por Ane Lekuona en el entorno del arte vasco, o los de Maria Lluïsa Faxedas en el catalán, entre otras, que han problematizado la percepción de la figuración y la abstracción, o las temáticas percibidas como femeninas, como los bodegones y el paisaje. En este sentido, la aportación de Solbes supone un paso más para poder realizar lecturas comparadas entre territorios y estructurar nuevos relatos desde otros ejes.

También resulta especialmente interesante el siguiente apartado, el dedicado a las prácticas de creación colectiva. En un territorio como el valenciano, que se caracterizó por la relevancia de este tipo de iniciativas, resultaba indispensable abordar el tema. En este sentido, la autora deja en evidencia que la participación no era igualitaria ni ciega al género, sino que el lugar de las mujeres que se implicaron en estas iniciativas estuvo condicionado por sus relaciones personales con miembros masculinos de los grupos y, en muchos casos, por su maternidad, que puso fin a muchas trayectorias. Sin embargo, Solbes no se detiene en los colectivos más conocidos y con protagonistas principalmente masculinos, sino que también presta atención a las iniciativas llevadas a cabo por artistas mujeres, como el grupo Pintura o la exposición Pintoras valencianas, iniciativas creadas y fomentadas por mujeres con un claro objetivo de asociación. Para terminar esta sección, la autora nos propone a la pareja como colectivo: con el estudio de la colaboración entre María Montes y José Luís Seguí en el entorno del cine independiente, así como de Ana Torralva y Javier Valenzuela en el periodismo contracultural, nos encontramos no solo con prácticas culturales de gran interés, sino con formas de colaboración e intercambio complejas y enriquecedoras para ambos miembros.

En el último apartado, Solbes estudia el tejido expositivo, un elemento fundamental para comprender las lógicas de la visibilidad del campo artístico. Así, recorre los diferentes espacios expositivos, salones, espacios alternativos y galerías de Valencia, prestando de nuevo especial atención a las galeristas, así como a la relación de las artistas con las galerías. Esta sección ayuda a situar las opciones de profesionalización de las mujeres, de estudiar en qué momento recibieron apoyos y cuándo les faltaron, y de rastrear las diferentes estrategias para darse a conocer que pudieron llevar a cabo.

Son muchos los nombres propios de artistas que aporta Solbes, y muchos los trabajos analizados. Algunas de las artistas tratadas son, felizmente, cada vez más reconocidas (como Ángeles Marco, Isabel Oliver o Ángela García Codoñer), mientras que otras tuvieron trayectorias más cortas, abandonaron la profesionalidad o, en el caso de algunas que son analizadas durante su época de estudiantes, ni siquiera sabemos si llegaron a ejercer. Sin embargo, Clara Solbes navega con gran maestría entre los nombres propios, dándoles la importancia que merecen y ofreciendo nuevos hilos de los que tirar, pero centrándose sobre todo en un objetivo: el de proponer nuevos relatos que las representen a todas. Su objetivo es sobre todo metodológico; no pretende insertar nuevos nombres, sino intervenir la historia del arte valenciano (y con ella el español), crear fisuras desde las que puedan construirse nuevas narrativas. Y esta es, sin duda, la mayor fortaleza de su propuesta.