Archivo Español de Arte 97, 385
enero-marzo 2024, 1412
ISSN-L: 0004-0428, eISSN: 1988-8511
https://doi.org/10.3989/aearte.2024.1412
CRÓNICA / EXHIBITION REVIEW

Paula Fernández Comino

USAL e Instituto de Historia, CSIC

https://orcid.org/0009-0004-0631-8658

Maestras
Madrid: Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, 31-10-2023 a 4-2-2024

En 1971, tras la publicación de Why Have There Been No Great Women Artists?, Linda Nochlin abría la veda a cuestiones e interrogantes que más de cincuenta años después siguen resonando tanto en los discursos histórico-artísticos como en los espacios expositivos. No obstante, cada vez son más las instituciones comprometidas e involucradas en la ardua tarea de recuperación y puesta en valor de aquellas mujeres cuyo trabajo supuso en aquel entonces una auténtica revolución. Buena muestra de ello es Maestras, exposición organizada por el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza de Madrid. A través de una disposición predominantemente temática en ocho espacios, tanto pinturas como esculturas se van sucediendo ante la mirada de visitantes que contemplan cuatro siglos de historia del arte a lo largo de las diferentes salas.

La primera sección, que lleva por título “Sororidad I. La causa delle donne”, incluye a aquellas heroínas bíblicas y guerreras mitológicas que advierten de la correspondiente erotización y tergiversación del discurso patriarcal que hasta entonces se había relatado sobre ellas. Tal es el caso de Judit y su criada (1618) de Artemisia Gentileschi o de Porcia hiriéndose en el muslo (1664) de Elisabetta Sirani. Seguidamente, encontramos “Botánicas, conocedoras de maravillas” donde no solo nos dejamos embriagar por las texturas y las calidades de los bodegones de frutas y flores de Clara Peeters o las hermanas Anna y Rachel Ruysch, sino que también reparamos en el interés científico de las pintoras por el estudio de las plantas y sus correspondientes beneficios.

El tercer espacio, “Ilustradas y académicas”, recoge principalmente retratos de mujeres que buscan reforzar su individualidad y su autonomía como artistas al igual que ocurre con sus compañeros varones tras la caída del absolutismo y la llegada del movimiento ilustrado. Es aquí donde descubrimos a Angelica Kauffman, a Élisabeth Vigée-Le Brun y a la gaditana Victoria Martín Barhié, quien llegó a ser académica de mérito en la Academia de Bellas Artes.

Frente a la mirada machista, la subestimación y la sensual exotización con la que las definen sus compañeros, la cuarta sección nos presenta una propuesta, en comparación, mucho más respetuosa y en clave de género de las civilizaciones no occidentales. Llevando por título “Orientalismo/Costumbrismo” y de la mano de pintoras como Rosa Bonheur, Henriette Browne, Alejandrina Gessler o María Blanchard, observamos a gitanos, campesinos e, incluso, los interiores de un harén lleno de mujeres racializadas divirtiéndose entre ellas. Posteriormente, en “Trabajos y cuidados”, encontramos diversos aspectos que oscilan entre la emancipación laboral de la mujer, el rol de los cuidados y atención que llevan a cabo y la unión y lazos que estrechan en el campo, las fábricas y en el ámbito urbano. Artistas como Alice Havers, Elizabeth Sparhawk Jones o Eloísa Garnelo fueron algunas de las encargadas de materializarlo.

Llegamos entonces a “Nuevas maternidades” y, con ellas, a nuevas iconografías y modos de ver el papel de las madres en contraposición con la imagen que se había venido reproduciendo y fomentando de sacrificio, abnegación y absoluta entrega. Se nos muestran así obras llenas de ternura y cariño en las cuales aparecen madres amamantando a sus hijos, jugando con ellos, abrazándolos y protegiéndolos a la par que, en algunos casos, también madres frívolas y distantes, cansadas y aburridas, desmontando y desmitificando con ello prejuicios y convencionalismos y abogando por una normalización y resignificación de muchos aspectos de esta etapa. Mary Cassat, Tamara de Lempicka o Paula Modersohn-Becker serán algunas de las protagonistas de esta área que continúa con “Sororidades II. Complicidades”. En este espacio, lo común es la confianza, el acompañamiento, la intimidad, la familiaridad y la amistad entre mujeres. ¿Cuáles son sus temas de conversación cuando están juntas? ¿Qué les inquieta más allá de las problemáticas del día a día? En algunos casos, incluso, pareciera que se entienden con tan solo una mirada, como ocurre en Confidencias crepusculares (1888) de Cecilia Beaux.

Por último, “Emancipadas”. Se trata, cronológicamente, de la más cercana a nuestra contemporaneidad. La mujer moderna ha llegado y las artistas se encuentran explorando nuevos materiales e innovando iconografías donde la moda va adquirir un importante protagonismo. Nos hallamos, pues, ante obras realizadas con lana, como es el caso de Alice Bailly, o ante propuestas más vanguardistas ejemplificadas en Maruja Mallo, Sonia Delaunay o Jacqueline Marval.

En resumen, las espectadoras y espectadores visitan una de las exposiciones más importantes únicamente de mujeres artistas con diversas áreas que hacen que la muestra sea muy pormenorizada al abordar tantos y tan diferentes ámbitos y cuya finalidad pretende construir y mostrar una nueva historia del arte. De igual modo, y a pesar de destacar la casi ausencia de texto a lo largo del recorrido, cabe señalar la encomiable labor de la comisaria, Rocío de la Villa, y del equipo organizador ante tal ambicioso proyecto que ha repercutido, entre otros muchos aspectos, en conectar generaciones de mujeres que se han visto identificadas con las obras de algún u otro modo.